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Como disfrutar de la rutina y no morir en la monotonia del intento

¿Cuantas veces no se ha escuchado uno decir: «Como desearía tener alas y salir volando de este aburrido trabajo»? o «¿Porque no podre tener una aventura en algún lugar excitante en vez de tener que limpiar la casa?» La casa, el trabajo, la escuela se vuelven sinónimos de responsabilidad, tareas, filas, tráfico y una serie interminable de cosas que se convierten en una sola: más de lo mismo. Y de lo mismo día tras día, semana tras semana, mes tras mes sin que por ser muchas lleguen a ser diferentes o interesantes, muy al contrario es una imagen sin colores, ni matices y con formas rígidas y cuadradas.

 Pero, ¿Por ser de lo mismo y repetirse día con día debe ser forzosamente aburrido todo el tiempo? ¿Qué tal que en lugar de salir a buscar la gran aventura de la vida, consiguiésemos hacer de la nuestra la GRAN aventura? Lo importante es ver que es lo que queremos y que estamos haciendo para conseguirlo. Quizas suene un poco extraño esto, porque usualmente al trabajar, lo hacemos poniendo los ojos en llegar a jubilarnos un buen día y empezar entonces si, a vivir lo que nos conceda de permiso los años que nos queden, y quizás con algo de suerte, hacer eso que tanto nos apasiona (Mi propio negocio, viajar por el mundo, irme a vivir a la playa, etc.). Sin embargo, si desde este preciso momento empiezo a visualizar mis sueños, y ver lo que me rodea como la perfecta oportunidad para hacer de lo rutinario el comienzo de lo diferente, estaré más cerca de apasionarme con lo que hago y tengo, a tener que esperar a cumplir 60 o 65 años para empezar a «vivir».

¿Cual es la formula? Dejar de pensar en lo actual como algo «sacrificado» o «penoso» y buscar la vuelta creativa a nuestras rutinarias actividades, ya que siempre habrá un modo de «adornar» nuestras «fastidiosas» tareas buscando en ellas su aprendizaje y ¿Porque no? también su lado divertido. Cosas tan sencillas como sacar copias, ir al banco a pagar los impuestos o incluso barrer, pueden tener su toque divertido si en lugar de verlas con rechazo y desagrado buscamos en ellas la oportunidad de hacerlas entretenidas dándoles un giro fuera de lo habitual. Escuchar música mientras barres, Leer si vas en el camión, estirar las piernas si pasas mucho tiempo sentado, contarle un chiste a tu compañero de a lado son maneras de convertir un día monótono en uno que nos ayudara a construir el futuro con el que soñamos a partir de hoy. ¿Y tu, ya empezaste a vivir y disfrutar, o lo harás hasta que llegues a viejo? y claro si es que llegamos. Recordemos que no porque nos aburra nuestra vida hoy, sera por ello diferente mañana. Vivir, disfrutar, aprender y divertirse son actitudes, y están dentro de nosotros mismos, así que si te aburres con lo que haces cada día es bastante probable que te sigas aburriendo cuando por fin te jubiles.

Les deseamos una gran semana llena de rutinas divertidas y tareas gratificantes, y como siempre les invitamos a participar por medio de sus comentarios, ideas, sugerencias, etc. las cuales siempre esperamos y recibimos gustosos. Salute! 

Maria Montessori: Libertad para aprender

Maria Montessori nació el 31 de Agosto de 1870 en Chiaravalle, provincia de Ancona, Italia. Aunque en su epoca a lo mucho que podía aspirar una mujer era a ser maestra, en su familia se reconocía a que tuvieran cierta educación.
A los 14 años estudió ingeniería, luego biología, siendo finalmente aceptada en la facultad de medicina en la Universidad de Roma. Y aunque en un principio tuvo oposición por parte de su padre, finalmente se graduó en 1896 como la primera mujer médico de Italia. Fue contemporanea de Freud y desarrolló su propia clasificación de enfermedades mentales.
Empezó su trayectoria profesional en el campo de la psiquiatría, dedicándose a niños con retraso mental. Era tal su vitalidad que logró crear un método de enseñanza y estimulación que permitía a esos niños aprobar los exámenes oficiales italianos.
Aquel primer éxito causó mucho revuelo en la Italia de la época, pero Maria Montessori afirmaba que solo había permitido que los niños desarrollasen por sí mismos sus potencialidades naturales. Y, para demostrarlo, decidió orientar su trabajo a la enseñanza de niños sin necesidades especiales.
El principio básico de su método consiste en que los niños desean aprender, pero hay que enseñarles de una forma natural: con estímulos propios de la edad y, sobre todo, con libertad.
Esto lo confirma al conocer los trabajos de Johann Pestalozzi, pedadogo suzo que hizo enfasis en la preparación de los maestros, los cuales deben lograr un cambio en su persona primeramente y tener un profundo amor a su trabajo. también debe amor entre el niño y el maestro y la capacidad de este último de dejar al niño desarrollar sus capacidades sin imponerle el aprendizaje.
Montessori menciona que la educación se basa en un triangulo:
– Ambiente
– Amor
– Niño – ambiente
El amor se refiere al respeto, la libertad con responsabilidad, con límites y estructura. Valorarlo, fe, confianza, paciencia. Conocer sus necesidades. Empatía.
De hecho los adultos tampoco aprenden bien cuando estan obligados a ello, porque el aprendizaje depende mucho de la creatividad, de la atención y la motivación.
Posteriormente surge en Maria Montessori el interes por niños de 0 a 3 años, indicando que su educación debe iniciarse desde su nacimiento, desarrollando las comunidades infantiles como una propuesta para sutituir a las guarderías.
Los profesores de las primeras escuelas Montessori ya no eran las figuras dominantes de antaño sino que permitían al niño expresar sus gustos y preferencias. Las aulas dejaron de ser lugares oscuros, ambientadas solo con una pizarra y largos bancos, y se transformaron en espacios alegres, con elementos para jugar y aprender como cajas de colores, juguetes educativos, etc. El resultado fue espectacular: estos niños aprendían mucho más rápido y prácticamente no hubo fracaso escolar.
Por haber vivido tres guerras Maria Montessori se cuestionaba sobre el futuro de la humanidad. Decía que la salvación se encuentra en el niño. Vivió y trabajó para y por sus convicciones de que el niño era un ser diferente y que había que ayudarlo a desarrollarse. Toda su vida estudió, trabajó y difundió su filosofía. Murió en Holanda en 1952.
«No me sigan a mí, sigan al niño» Maria Montessori.